Aquí un fragmento del Evangelio de los Esenios, Traducción del Dr. Edmond Bordeaux Székely
(...) Pero ellos le contestaron: “¿Adónde iremos, Maestro? Pues en ti están las palabras de la vida eterna. Dinos cuáles son los pecados que debemos evitar, para que nunca más conozcamos la enfermedad”.
Jesús respondió: “Así sea según vuestra fe”, y se sentó entre ellos
diciendo:
“Fue dicho a aquellos de los antiguos tiempos: ‘Honra a tu Padre Celestial y a tu Madre Terrenal y cumple sus mandamientos, para que tus días sean cuantiosos sobre la tierra’. Y luego se les dio el siguiente mandamiento: ‘No matarás’, pues Dios da a todos la vida, y lo que Dios ha dado no debe el hombre arrebatarlo. Pues en verdad os digo que de una misma Madre procede cuanto vive sobre la tierra. Por tanto quien mata, mata a su hermano. Y de él se alejará la Madre Terrenal y le retirará sus pechos vivificadores. Y se apartarán de él sus ángeles y Satán tendrá su morada en
su cuerpo. Y la carne de los animales muertos en su cuerpo se convertirá en su propia tumba.
Pues en verdad os digo que quien mata se mata a sí mismo, y quien come la carne de animales muertos come del cuerpo de la muerte. Pues cada gota de su sangre se convierte en la suya en veneno; su respiración en la suya en hedor; su carne en la suya en forúnculos; sus huesos en los suyos en yeso; sus intestinos en los suyos en descomposición; sus ojos en los suyos en costras; sus oídos en los suyos en ceras. Y su muerte será la suya propia.Pues solamente en el servicio de vuestro Padre Celestial son vuestras deudas de siete años perdonadas en siete días. Mientras que Satán no os perdona nada ~ debéis pagarle todo. Ojo por ojo diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, vida por vida, muerte por muerte. Pues el coste del pecado es la muerte. No matéis, ni comáis la carne de vuestra inocente presa, no sea que os convirtáis-en esclavos de Satán. Pues ése es el camino de los sufrimientos y conduce a la muerte. Sino haced la voluntad de Dios, de modo que sus ángeles os sirvan en el camino de la vida. Obedeced, por tanto, las palabras de Dios: ‘Mirad, os he dado toda hierba que lleva semilla, sobre la faz de toda la tierra, y todo árbol en el que se halla el fruto de una semilla que dará el árbol. Este será vuestro alimento. Y a todo animal de la tierra, y a toda ave del cielo, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, donde se halle el aliento de la vida, doy toda hierba verde como alimento. También la leche de todo lo que se mueve y que vive sobre la tierra será vuestro alimento. Al igual que a ellos les he dado toda hierba verde, así os doy a vosotros su leche.
Pero no comeréis la carne, ni la sangre que la aviva. Y en verdad demandaré vuestra sangre que brota con fuerza, y vuestra sangre en la que se halla vuestra alma. Demandaré todos los animales asesinados y las almas de todos los hombres asesinados. Pues yo el Señor tu Dios soy un Dios fuerte y celoso, castigando la iniquidad de los padres sobre sus hijos hasta la tercera y cuarta generación de aquellos quienes me odian, y mostrando misericordia hacia los millares de aquellos que me aman y cumplen mis mandamientos. Ama al Señor tu Dios con todo corazón con toda tu alma y con todas tus fuerzas; éste es el primer y más grande mandamiento. Y el segundo es según éste: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’. No hay mandamiento más grande que éstos”.
Y tras estas palabras todos permanecieron en silencio, excepto uno que voceó: “¿Qué debo hacer, Maestro, si veo que una bestia salvaje ataca a mi hermano en el bosque? ¿Debo dejar perecer a mi hermano o matar a la bestia salvaje? ¿No transgrediría así la ley?”
Y Jesús le respondió: “Fue dicho a aquellos de los antiguos tiempos: ‘Todos los animales que se mueven sobre la tierra, todos los peces del mar y todas las aves del cielo, han sido puestos bajo vuestro poder’. En verdad os digo que de todas las criaturas que viven sobre la tierra, sólo el hombre creó Dios a su imagen. Por ello, los animales son para el hombre, y no el hombre para los animales. No transgredirás, por tanto, la ley si matas al animal salvaje para salvar a tu hermano. Pues en verdad te digo que el hombre es más que el animal. Pero quien mata al animal sin causa alguna, sin que éste le ataque, por el deseo de matar, o por su carne, o porque se oculta, o incluso por sus colmillos, malvada es la acción que comete, pues él mismo se convierte en bestia salvaje. Y por tanto su fin ha de ser también como el fin de los animales salvajes”.
Y otro dijo entonces: ‘‘Moisés, el más grande de Israel, consintió a nuestros antepasados comer la carne de animales limpios, y sólo prohibió la carne de los animales impuros. ¿Por qué, entonces, nos prohíbes la carne de todos los animales? ¿Qué ley viene de Dios, la de Moisés o la tuya?
Y Jesús respondió: ‘‘Dios dio, a través de Moisés, diez mandamientos a vuestros antepasados. ‘Estos mandamientos son duros’, dijeron vuestros antepasados y no pudieron cumplirlos. Cuando Moisés vio esto, tuvo compasión de sus gentes y no quiso que se perdiesen. Y les dio entonces diez veces diez mandamientos, menos duros, para que los siguiesen. En verdad os digo que si vuestros antepasados hubiesen sido capaces de seguir los diez mandamientos de Dios, Moisés no habría tenido nunca necesidad de sus diez veces diez mandamientos. Pues aquel cuyos pies son fuertes como
la montaña de Sión, no necesita muletas; mientras que aquel cuyos miembros flaquean, llega más lejos con muletas que sin ellas.
Y Moisés dijo al Señor: ‘Mi corazón está lleno de tristeza, pues mi pueblo se perderá. Porque no tienen conocimiento, ni son capaces de comprender tus mandamientos. Son como niños pequeños que no pueden entender aún las palabras de su padre. Consiente, Señor, que les dé otras leyes, para que no se pierdan. Si ellos no pueden estar contigo, Señor, que al menos no estén contra ti; que puedan
mantenerse a sí mismos, y cuando haya llegado el momento y estén maduros para tus palabras, revélales tus leyes’. Por eso rompió Moisés las dos tablas de piedra donde estaban escritos los diez mandamientos, y les dio en su lugar diez veces diez. Y de estas diez veces diez, los escribas y los fariseos han hecho cien veces diez mandamientos. Y han puesto insoportables cargas sobre vuestros hombros, que ni ellos mismos sobrellevan. Pues cuanto más cercanos a Dios están los mandamientos, menos necesitamos; y cuanto más lejanos se hallan de Dios, más necesitamos entonces. Por eso innumerables son las leyes de los fariseos y de los escribas, siete las leyes del Hijo del Hombre tres las de los ángeles; y una la de Dios. “Por eso yo solamente os enseño las leyes que podéis comprender,
para que os convirtáis en hombres y sigáis las siete leyes del Hijo del Hombre. Entonces os revelarán también los ángeles sus leyes, para que el espíritu santo de Dios descienda sobre vosotros y os guíe hacia su ley’’.
Y todos estaban asombrados de su sabiduría, y le pedían: “continúa Maestro, y enséñanos todas las leyes que podemos recibir”.
Y Jesús continuó: “Dios ordenó a vuestros antepasados: ‘No matarás’. Pero su corazón estaba endurecido y mataron. Entonces, Moisés deseó que por lo menos no matasen hombres, y les permitió matar a los animales. Y entonces el corazón de vuestros antepasados se endureció más aún, y mataron a hombres y animales por igual. Más yo os digo: No matéis ni a hombres ni a animales, ni siquiera el alimento que llevéis a vuestra boca. Pues si coméis alimento vivo, él mismo os vivificará; pero si matáis vuestro alimento, la comida muerta os matará también. Pues la vida viene sólo de la vida, y de la muerte viene siempre la muerte. Porque todo cuanto mata vuestros alimentos, mata también a vuestros cuerpos. Y todo cuanto mata vuestros cuerpos también mata vuestras almas. Y vuestros cuerpos se convierten en lo que son vuestros alimentos, igual que vuestros espíritus se convierten en lo que son vuestros pensamientos. Por tanto, no comáis nada que el fuego, el hielo o el agua haya destruido. Pues los alimentos quemados, helados o descompuestos quemarán, helarán y corromperán también vuestro cuerpo. No seáis como el loco agricultor que sembró en su campo semillas cocinadas, heladas y descompuestas. Y llegó el otoño y sus campos no dieron nada. Y grande fue su aflicción. Sino sed como aquel agricultor que sembró en su campo semilla viva, y cuyo campo dio espigas vivas de trigo, pagándole el céntuplo por las semillas que plantó.Pues en verdad os digo, vivid sólo del fuego de la vida, y no preparéis vuestros alimentos con el fuego de la muerte, que mata vuestros alimentos, vuestros cuerpos y también vuestras almas." (...)
Fuente:
Evangelio Esenio de la Paz parte 1
Evangelio Esenio de la Paz parte 2
Evangelio Esenio de la Paz parte 3
Evangelio Esenio de la Paz parte 4
Evangelio Esenio de la Paz
Evangelio Esenio de la Paz - Google
Edmund Bordeaux Szekely - Wikipedia
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